Fuente Hondera (Capileira)

15 julio 2025

Sobre el sufrimiento 4/8

Capileira al fondo de la sierra
Acuarela. 20x40. 2023
Berto Martínez Tello

Querido amigo José Luis, no sé qué puedo ofrecerte, que no puedas ofrecerte a ti mismo. Porque aquí, en este coloquio de amigos, hablamos de lo común, de eso que está en nosotros antes de nosotros, antes de nuestra individualidad separada, que nos acompaña continuamente, sin darnos cuenta, como la salud estando sanos o la belleza que no vemos hasta que caemos rendidos ante ella. Saberse uno eso, saborearlo, es conciencia de unidad. Ahí no cabe duda de que, por ejemplo, como dices, el sufrimiento y el dolor “no son lo que parecen ser”. ¿Y qué son? Según nuestra experiencia, son algo con lo cual podemos conocernos mejor, porque se nos impone, como la luz en los ojos; tanto el dolor como el sufrimiento serían dos grandes compañeros en esta singladura que es vivir. Por un lado, nos alertan cuando algo no va bien, nos dicen que tenemos que mirarlo, que es también mirarnos. Nos preguntan por la causa, para que no nos quedemos en los síntomas: que sufro, que me duele. Nos piden que miremos nuestro cuerpo (soma) o nuestra alma (psijé), que nos pongamos manos a la obra, a cuidarlos (cuidarlos es cuidarnos, y no otra cosa como, por ejemplo, cuidar de la imagen de lo que creemos ser). Y lo mismo hay que estar atentos a las heridas de nuestro cuerpo que a las heridas emocionales.

Por otro lado, es necesario poner aparte el sufrimiento. El sufrimiento no es el dolor; es un añadido mental al dolor: “esto no lo merezco”, “qué desgraciado soy”, “no puedo confiar en nadie”, “todo me sale mal”, “qué va a ser de mí”, y un largo etcétera en el que todos podemos reconocernos a menudo. El dolor es inevitable, el sufrimiento es evitable: se hace fuerte en la ignorancia de quién soy yo en el fondo, a través de un cinturón de creencias limitadas o erróneas (acerca de mí, de los demás, del mundo). Y esto requiere todo un trabajo filosófico de desbroce, de autoconocimiento.

¿Y la mentira? Ay, la mentira... ¡qué manera más suicida de engañarse a uno mismo! Ésta es la verdadera mentira. Pero, como dices, la mentira tampoco es lo que parece. Más que dudar, querido amigo, se trata de ver. La duda solamente puede ser el comienzo de una gran amistad con la verdad. Pues, tampoco instalarse en la duda nos saca de mucho aprieto, más bien nos consume, como una uva se pasa expuesta al sol. Más bien, la duda nos serviría para re-situarnos, apartado lo que no es (seguro, veraz, claro, distinto, como diría Descartes, el de la duda, no el dogmático), dejar paso a la comprensión, que no es un simple saber. Apartamos la vista de la oscuridad y nos dirigirnos al foco de la luz. Y cuando, así pertrechados, ponemos luz, entonces la oscuridad desaparece. ¿Y dónde está esa luz? La respuesta me parece ahora mismo muy clara: ahí, en ese “lugar” (que no es un lugar) desde donde estamos comprendiendo todo esto. Aquí y ahora. Esa conciencia que es autoconciencia. Los antiguos griegos, en general, la llamaron nous, los indúes atman, los estoicos “regente”, otros “conciencia-testigo”, pero no importan los nombres, sino la experiencia... y ahora mismo, lo estamos experimentando juntos, ¿no es verdad?

Así que ya tienes tu “Voluntad global”, dicha de otra manera. Pero todos los caminos llegan a Roma, si de verdad queremos llegar a Roma y no a otro sitio. Una voluntad transpersonal... puede ser. No importan los nombres, sino la experiencia, que podemos compartir. Porque no hablamos, claro, de experiencias subjetivas o individuales. Se vive individualmente, pero no es una experiencia individual. Si lo fuera completamente, no podríamos estar ahora mismo hablando juntos, dialogando, comunicándonos.

Nada, pues, de sinrazón, la vida es una construcción inteligente. No sería real, si no fuera inteligente. Si es, posee en sí misma su razón de ser, su valor, su realidad. Y nosotros, que nos creemos pobres seres humanos, tan solo necesitamos volver a conectarnos con esa realidad presente (esa conciencia de unidad que decíamos el otro día) para sentirnos vivos, momento a momento, como suele decir el sabio Krishnamurti. Nada es complicado desde este centro de nosotros. Todo se complica en la periferia, o digamos mejor, en la superficie de nuestra existencia cotidiana, con sus preocupaciones y conflictos, sus temores y deseos. Entonces, querido amigo, ¿es nuestro yo terriblemente insuficiente? Depende de a qué “yo” nos estemos refiriendo, ¿no es cierto? Dado que podemos experimentarnos de distintos modos y en distintos niveles. El mar puede estar embravecido en la superficie, buceamos entonces unos metros y descubrimos el mar en calma que siempre ha estado en calma. Descubrir la verdad (aletheia), decían los antiguos griegos, supone todo un trabajo para quitar lo que la cubre.

Salud es lo que te ofrezco, querido amigo, lo que me ofrezco a mí mismo. Salud para el cuerpo y salud para el alma. Que no te lo ofrezco, que ya está, que sólo la echamos de menos cuando creemos que nos falta, cuando sufrimos, viviendo ahí, dentro de esa conciencia de separatividad. Entonces: ¡salud, amigo! ¡Qué sabios que eran, los que se deseaban salud, cuando en el camino se encontraban!


Antonio Sánchez

6 comentarios:

  1. Nicolás Pérez16/7/25, 13:31

    Salud!
    Que bellas e interesantes palabras leo por aquí.
    Sobre el sufrimiento me pregunto hasta qué punto debemos evitarlo.
    Considero esencial no subordinarse a él puesto que extendido en el tiempo puede llevarte a ser no persona.
    Pero en su justa medida me parece hasta sano. Te permite aflorar expectativas, motivos de frustración, deseos no realizados. Creaciones de tu mente que es sano percibir y analizar. Tratando, claro, de ser objetivo con lo subjetivo. Uno, creo, de los principales retos del que reflexiona.
    Sobre la mentira se me ocurre plantear una diferencia:
    La mentira que te trasmite el exterior, otros seres, otras mentes y por tanto, pienso, solo alimento para digerir, y
    La automentira, esa que te justifica o que trata, engañosamente, de evitar el dolor inevitable.
    ¿Sería esta la verdadera mentira?
    Saludos!
    Nicolás Pérez

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    1. La carta está de acuerdo contigo... y así se dice en el primer párrafo: el dolor y el sufrimiento son dos grandes compañeros del hecho de estar vivos y nos ayudan a conocernos mejor y a desarrollarnos, por lo tanto, no hay que huir de ellos, sino prestarles la maxima atención; aun así tienen una naturaleza diferente, como se explica después...
      En cuanto al autoengaño, efectivamente, ¡es la auténtica mentira!
      ¡Qué bien que te hayas unido a estos diálogos!!! ¡Gracias, un abrazo!

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  2. Creo que para María Zambrano el sufrimiento es mucho más que un añadido mental al dolor.

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    1. No es que el sufrimiento sea un añadido mental, sino que aparece cuando la mente interfiere en la vida con sus deseos y temores, generando pensamientos que nos alejan de la pura experiencia del dolor y nos impiden acogerlo... Quizás, María Zambrano, estaría más de acuerdo con esto... ¿Puedes copiar por aquí alguno texto suyo, breve, y así lo podemos comprobar juntos? ¡Gracias, por intervenir en este diálogo!!! ¡Un abrazo!

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  3. E l mar dentro del mar: poderosa imagen, poderosa metáfora, poderosa meditación para que alguien como yo medite.

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    1. La vida tiene sus adentros, sus entrañas y desde ahí hay que vivir... En la superficie navegan todas nuestras cuitas, en lo profundo de nosotros, si buceamos lo suficiente, está la calma. El centro está quieto, aunque no es inmóvil, origina nuestro ser, nos viene a decir María Zambrano. Un abrazo!

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