![]() |
Rincón con portal y sillas. Acuarela sobre madera. 70x45. 2023 |
¡Cuánto me sugieren tus palabras! Me interpelan sobremanera. Empezaré por mi ausencia de estos días, mi tardía respuesta a tu anterior misiva. Lo inmediato te atrae y te atrapa; pero no es queja, es realidad, porque todo lo que vamos desarrollando, si ha sido integrado adecuadamente, hemos de poder expresarlo, darle cuerpo, en la vida diaria o cotidiana. He lidiado con la enfermedad, en este caso de otra persona y he lidiado bien. Será porque podía.
Vayamos por partes, querido amigo. Cuando hablamos del sufrimiento como dolor que se nutre de la ignorancia acerca de quien soy yo en el fondo, no necesariamente estamos situados en la psicopatología; esto sería en los casos más graves. No, hablamos de todos nosotros, incluidos aquellos que nos pensamos dentro de la “normalidad”, si es que esto existe, si no es algo construido socialmente. En donde hay sufrimiento hay ignorancia, en distintos grados, da igual los sujetos.
Y sí, es verdad que el contraste con lo que no somos introduce algún grado de neurosis en nuestras vidas. Pero lo grave, lo decisivo, comienza cuando nos creemos dicha comparación, cuando nos identificamos con el resultado de nuestra comparación –un día, José Luis, tenemos que hablar largamente del problema de la identificación–. Quiero decir que, hasta cierto punto, el comparamos es humano; necesitamos realizar juicios de valor: más-menos, mejor-peor, grande-pequeño, bueno-malo, bello-feo, etc. Es lo que Nietzsche llamaba “voluntad de verdad”, humana demasiado humana. Para orientarnos en la cambiante e ilimitada realidad de la existencia. El problema está en creernos nuestras propios juicios, hasta el punto de identificarnos con ellos: “yo soy eso”. Y yo, realmente, no soy eso. Una cosa es cómo soy, mis modos adquiridos de ser, y otra cosa muy diferente es quién soy yo, de veras, en lo profundo de mí, la fuente de esos innumerables y variables, también, modos de ser que puedo ir mostrando a lo largo de mi vida.
De manera que tan perdidos estamos cuando nos comparamos con lo que no somos que cuando nos identificamos con lo que creemos ser. Quizás, se trata de dos caras de la misma moneda. Y sobre esto creo que tienes razón: es imposible, además de nocivo y peligroso, basar nuestra existencia en el no-ser. Y tanto corremos el peligro de ser desdichados cuando tratamos de hallarnos en lo que no somos, como cuando nos atrincheramos en lo que creemos ser. Posiblemente, esto último, una consecuencia de ese mismo contraste, continuo y agotador.
Entonces, ¿cómo vivir mejor? ¿Cómo orientarse uno mejor en la vida? Desde luego, no desde esos juicios comparativos que siempre estamos haciendo, ya desde la cuna; porque, quienes nos educaron también procedían del mismo modo: vivían, no desde ellos mismos, sino desde una imagen de sí mismos, fruto del contraste o la comparación. Si ellos no se veían a sí mismos, ¡cómo iban a poder ayudarnos a que nosotros nos viéramos a nosotros mismos! El que educa (ni nadie) jamás puede ir más allá de las limitaciones de su propia visión de sí mismo, que marca la imagen de los demás y nuestro estilo de relación con ellos. Si yo creo que soy poca cosa o que no merezco ser feliz (o lo contrario), esto determinará mi valoración de los demás, que los vea como superiores a mí o más afortunados que yo (o lo contrario). Si nos comparaban continuamente, de pequeños, y no nos miraban a nosotros, no es difícil de comprender que nosotros lo hayamos seguido haciendo. No sabían, y no sabemos, ser/vivir de otro modo. ¿Y cómo no comprender que no nos hayamos ejercitado en el contacto con nosotros mismos, nuestra identidad o autenticidad? Eso que siempre va conmigo, una “soledad sonora”, una presencia callada, un silencio, desde donde emergen todas nuestras respuestas conscientes, creadoras, libres, únicas, si estamos atentos y abiertos y receptivos a ello.
Más que lo que quiero llegar a ser, llegar a ser el que se es. ¿Y cómo? Des-cubriéndolo y desarrollándolo (vale también viceversa). Pues en lo que soy realmente están todas mis posibilidades. Aquí, ahora. Es suficiente, para empezar, que cuando pienso, siento o hago algo, a la vez, esté muy atento y sea muy consciente de mí mismo: “yo que pienso, yo que siento, yo que hago... yo que miro, yo que entiendo, yo que camino, yo que me despierto... yo que hablo, yo que escucho...”. Vale así, por ahora.
Antonio Sánchez
Me está resultando muy interesante ese intercambio epistolar que, desde algunas semanas realizan ustedes, pero no puedo estar de acuerdo con todo lo que expresan. A continuación dejo mi comentario ¿tal vez demasiado extenso? Disculpenme por ello, no he sabido hacerlo más breve. Gracias por vuestro trabajo, inusual y admirable.
ResponderEliminarLas acciones tomadas desde el amor, aunque sean acciones/decisiones difíciles, nos causan dolor.
Si las acciones/decisiones las tomamos desde el miedo nos provocan sufrimiento, un seguir viviendo en el dolor que puede perpetuarse en el tiempo.
A continuación me pregunto si, en estos tiempos tan des-humanizados y tan convulsos en que vivimos, no es mejor vivir con sufrimiento haciendo tuyo el dolor de otros seres humanos que vivir como si todo a tu alrededor fuese "normal".
Sigo haciéndome preguntas: ¿es el sufrimiento un sentimiento que debemos evitar a toda costa? Pienso que el sufrimiento, el sufrimiento espiritual, el que caracteriza al ser humano, y lo diferencia de los animales, es consustancial a la vida humana”. El filósofo alemán, Max Scheler, escribió mucho sobre este apasionante tema. Yo no soy filósofx, por tanto, se me escapan muchas ideas y conceptos, pero creo entender bien que para Scheler, la noción suprema y universal del sufrimiento está en la idea del sacrificio. Solo instalados en nuestra sustancia espiritual podremos actuar frente al dolor, tomando una postura y encontrando un significado último para el sufrimiento. Nos dice el filósofo alemán que
"todo sacrificio es siempre un sacrificio para algo; afrontar un mal sin objetivo no tiene sentido. Y ese ‘para’ alude siempre a un valor positivo de rango superior al valor sacrificado”. Es decir, el sufrimiento espiritual o existencial nos exige un sacrificio, un padecimiento temporal, pero cuyo sentido es lograr un objetivo “superiormente valioso”. Sí, sufrimos, pero lo hacemos con un sentido, con un fin; por tanto el sufrimiento tiene para Scheler casi una connotación catártica situando el fin del sacrificio en el amor y la generosidad: “en el sacrificio del amor espiritual, la persona experimenta, en un mismo acto, la serenidad del amor y el dolor de perder el bien que por amor cede”.
El sufrimiento sería una oportunidad, un reto, un paso más en nuestro camino hacia la plenitud espiritual… siempre y cuando le encontremos un sentido.
Muchas cosas habría que decir a partir de su comentario, que agradecemos sobremanera. Para responder, solamente plantearé algunas cuestiones para pensar, que podrían llevarnos más allá de sus dudas, quizás... 1) ¿De verdad que la decisiones basadas en el amor nos causan dolor, tienen que causarnos dolor? 2) Es cierto que las decisiones tomadas desde el miedo conllevan sufrimiento, a la larga, pero ¿el sufrimiento sólo es un dolor prolongando en el tiempo? En el intercambio de estas cartas tratamos de ahondar en la naturaleza del sufrimiento, que es diferente a la del dolor (véase) 3) Hacer nuestro el dolor de los demás es compasión, en el buen sentido (no una pena por el otro, que devalúa sus propias capacidades o responsabilidades), pero ¿esto ha de conllevar la identificación con su dolor, que acaba paralizando a ambas partes? 4) ¿Hay que evitar el sufrimiento a toda costa? Como bien dice usted al final, el sufrimiento es una ocasión de oro para conocernos y llegar a vivir mejor. Si de nuestra vida se enseñorea el sufrimiento, aunque sea un sufrimiento larvado, de fondo, eso puede representar un indicio o síntoma de que algo no va bien en nuestra vida... y habría que empezar a mirarlo... sería como un testigo encendido en el puesto de conducción de nuestro vehículo, una alerta, a examinar. 5) ¿Todo "sacrificio" tiene sentido sólo si es para algo? Aquí hay que distinguir el valor de algo en sí y por sí y su valor para un fin... Si algo es realizado por su valor mismo, entonces ¿hay sacrificio, en ese sentido negativo?
ResponderEliminarBueno, espero haber respondido de alguna manera a sus inquietudes, que, repito, agradezco enormemente el que las exprese. Un abrazo!
Su respuesta a mi comentario está lleno de interrogantes, ¿nuevas interrogantes? O quizás son las mismas que yo hice pero expresadas de otra forma.
ResponderEliminarEntiendo la complejidad de este tema, por eso estoy participando en este estupendo intercambio que realizan ustedes, porque para mí el tema del sufrimiento es un tema que me produce ciertas o muchas contradicciones; creo haber salvado algunas de ellas, otras no.
Respecto a su respuesta-pregunta 1, le diría que en ese amor al que hago referencia hay que incluir el "amor propio" y sí, en muchas ocasiones las decisiones tomadas desde este "amor propio" pueden ser bastante dolorosas, puede llegar a ser como un atentado contra nosotros mismos.
Respecto al número 2, le diría que sí, que las decisiones tomadas desde el miedo conllevan sufrimiento, y éste será mayor dependiendo de su duración e intensidad.
N°3, considero que hacer nuestro el dolor de los demás no sólo es "compasión" (bien entendida) también es empatía (ἐμπάθεια) "sentir dentro" o "sentir con". Vocablo muy utilizado en estos tiempos, pero poco practicado. "Nada de lo humano me es ajeno". ¿No creen ustedes que esta sería una buena frase para guiar nuestras vidas?
N°4, por supuesto que creo que no hay que evitar el sufrimiento, ya dije que el sufrimiento existencial es una característica de lo humano.
N°5, hay un sacrificio que considero valioso, el altruismo, pero al igual que "compasión" en muchos contextos tiene un matiz religioso, por tanto, despreciativo.
Aquí lo dejo.
Gracias por leerme y, por supuesto, por sus publicaciones.
Gracias por su respuesta... Una pregunta bien planteada ya es media respuesta, o por lo menos indica por dónde buscar. Por otro lado, este medio, como todos, tiene sus limitaciones, que no tiene el diálogo cara a cara, que, a su vez, también posee las suyas. Pero ya merece mucho mucho la pena, gracias de nuevo!
ResponderEliminarEl "amor propio", para poder hablar de lo mismo, también merece ser aclarado: si significa orgullo narcisista, seguro que causa dolor, sobre todo a los demás... otra cosa sucede, creo, si no referimos al amor propio como la buena relación de armonía o unidad con uno mismo, que los psicólogos podrían llamar "autoestima" o la tradiciones sapienciales "autocompasión".
"Nada de lo humano me es ajeno" (Terencio), sería una buena guía para nuestras vidas, dado que se funda en una realidad: la identidad básica/profunda común de todos los seres humanos. Y desde ahí podemos estar capacitados para entender nuestras diferencias y tratar de resolverlas de una manera más constructiva de lo habitual...
Pues estamos de acuerdo también en eso: el sufrimiento es una excelente guía para conocernos, para saber de nuestro estado interior y de todo aquello que nos queda por escuchar, sentir, integrar y expresar, para que deje de hacernos sufrir y sea una palanca para la autorrealización...
De nuevo, el altruismo bien entendido no puede asimilarse a ningún sacrificio de uno mismo... Si el altruismo nace desde ese lugar común, profundo, que podemos llamar "amor", sale de suyo, del propio sujeto, como una manzana de un manzano. Y esta conciencia de unidad es previa a cualquier conciencia religiosa... esto sería uno de los modos en que puede expresarse... pero hay muchos otros: cuando creamos, cuando cuidamos, cuando realizamos, cuando paseamos, escribimos, nos comunicamos... como ahora, etc.
Espero que podamos seguir dialogando... y si es posible, conociendo el nombre de la persona a quien me dirijo. Un abrazo!
En el mundo en que vivimos se nos quiere felices, despreocupados, viviendo con intensidad (el ahora, el presente, el instante...) a ser posible seres poco pensantes pero, eso sí, lo mas productivos y lo más consumidores posibles. Consumidores de todo: cualquier objeto, producto, experiencia, etc. etc.
ResponderEliminarEl capitalismo poco a poco ha ido impregnandolo todo absolutamente todo hasta penetrar en lo más íntimo de nuestro ser. Ante esta "violación", yo defiendo el pesimismo, el sufrimiento, la filantropia, la atención, la philautía como maneras de habitar y cohabitar el mundo.
Supongo que no coincidirá del todo conmigo, ha sido un pensamiento expresado a vuelapluma.
Gracias por dedicarme su tiempo, un bien tan preciado.
En otra ocasión hablaremos de nombres.
Gracias, de nuevo. De acuerdo en todo con su primer párrafo... En la próxima serie, sobre la democracia, hablaremos de todo eso. Y con la la descripción de la sociedad actual en la que observamos a cada paso esa penetración universal y transversal del capitalismo en el mundo de la vida, como diría Habermas.
EliminarDefiende el pesimismo, pero habría que aclarar qué entiende usted por "pesimismo". Del sufrimiento ya hemos hablado... y, de todas las demás notas del bien vivir, me declaro practicante!
Un abrazo... y espero que podamos continuar dialogando.