Amigo Antonio, hace unos días he leído algo que me ha ayudado a dar luz a estas reflexiones. Es curioso cómo encajan algunas cosas cuando la búsqueda se pone en marcha. Rescato la idea de tu última carta de que, «cuando necesitamos dominar a otros, traicionamos nuestra propia naturaleza profunda, ejerciendo violencia sobre ella y, acto seguido, sobre los demás en forma de resentimiento».
Pero ¿cuál es nuestra naturaleza profunda? Desde hace siglos consideramos que la historia natural, la evolución, se ha regido por un proceso de selección natural —darwinismo— que parecía dar una justificación biológica a una sociedad basada en la competencia. No todos los pensadores han estado de acuerdo, desde luego. Vale la pena resaltarexcepciones como las de Kropotkin y su idea del «apoyo mutuo» como motor de evolución social. Pero la idea dominante, sin duda, ha sido la competencia como base para una selección social.
Pues bien, resulta que leo una cita de Lynn Margulis, y dice que «todos los organismos visibles son producto de la simbiosis sin excepción, y que las bacterias son la unidad». Resulta que no todo era competir, que la simbiosis es el principal motor de la evolución.
Venimos de la simbiogénesis. Esta es nuestra naturaleza profunda.
Ahora vuelvo a tus palabras. Me dices que «poder es potencia, y esta es, como descubrieron Spinoza y Nietzsche, voluntad de ser, una inquietud profunda que nos lleva a desarrollar nuestras potencialidades (cualidades o capacidades) todo lo que podamos. Cada uno de los seres persevera en su ser, y ese esfuerzo no es sino su esencia propia, Spinoza dixit».
Según veo, la esencia propia de cada ser es buscar la manera de «simbiotizarnos», de encontrar otros organismos con los que crear una nueva unidad de ser. Socialmente creo que esto refrenda la postura de Kropotkin más que la del darwinismo, ¿no te parece? Solo ese proceso puede realmente desarrollar nuestras potencialidades.
En estos tiempos, si queremos ser fieles a esa naturaleza profunda, si queremos superar el poder de la violencia que está desatando una sociedad de espaldas a esa naturaleza profunda, no veo otra solución que no sea la simbiosis. Buscar células de resistencia de las que formar parte, en las que se puedan desarrollar nuestras potencialidades, en las que podamos perseverar en nuestro ser.
Y esto me lleva a otra cita de mis lecturas de estos días. Decía Stuart Mill que una auténtica democracia exige un cambio radical en el carácter humano. Es indudable que la democracia actual nada tiene que ver con la que nació en Grecia. Entonces la democracia no coexistía con el Capitalismo y en ella no tenían cabida las mujeres. Eso demuestra que no hay una sola democracia. La nuestra, la actual, necesita de ese cambio radical en el carácter humano, necesita dejar de dar la espalda a nuestra naturaleza profunda que, por cierto, quiero dejar muy claro que no es la de someterse sino la de simbiotizarse. Y necesita, por extensión, dejar de dar la espalda a la vida en general, para que toda forma de vida pueda desarrollar su voluntad de ser, su potencial.
Tengo la sensación de que la gran mentira a la que hemos llegado es creer que somos algo diferente, que gobernamos sobre todo lo demás. Esa es la herencia de nuestro poder: la garantía de que somos capaces de conquistar la nada, de destruir la naturaleza profunda de lo que somos y de los que nos rodea.
Perdona, Antonio. Quizá te toque a ti buscar ahora caminos por los que poder transitar hacia la construcción de una nueva realidad. Yo lo he dejado todo hecho añicos.
La idea del darwinismo como la supervivencia del más fuerte en un entorno competitivo no deja de ser en exceso simplista y, creo, producto de "un rebote" hacia la original teoría de la evolución desde un constructo posterior al que algunos llaman darwinismo social. Creo que la interpretación más exacta de esa teoría debe ser el concepto de la ADAPTACIÓN -y esa es la clave- de los seres vivos al medio.
ResponderEliminarSería bueno poder hacer "simbiosis" tambien de pensamientos y teorias para destilar lo positivo de cada una y no necesariamente enfrentar o descartar "omnino" unas u otras.
Para la adaptación al medio es evidente que tanto la simbiosis biológica como la colaboración social -en su caso- son componentes muy importantes -aunque no únicos- del éxito.
En ese sentido evolución en el sentido más puramente darwiniano no se opone a "simbiosis/colaboración"