De esta tarea educativa (que es familiar, social, personal, institucional) no podemos abdicar. Son muchas las torceduras sociales a las que está sometida cualquier persona, y más cuanto más pequeños somos. Si abdicamos, otros tendrán vía libre para dirigir la educación hacia intereses, ciegos e interesados, como los que dominan nuestro mundo. De la mal llamada “inteligencia artificial”, que tú mencionas en tu carta, deberíamos hablar y a ello te emplazo, si te parece bien, como tema para nuestra siguiente serie de cartas.
Efectivamente, los modelos predominantes en el contexto en que vivimos (que ahora es global) son los que, para bien o para mal, educan con mayor fuerza. No lo que se dice que es mejor y que debe seguirse o hacerse, sino lo que de hecho hacemos unos para con los otros. Y cómo no, los adultos con respecto a nuestros niños y niñas y adolescentes. Esto es lo que queda siempre, nuestro ejemplo, nuestra contribución personal a un mundo mejor o a lo contrario. Y es lo que tendríamos que cuidar juntos. Te cuento una anécdota: no voy a dar nombres, pero los hábitos y las actitudes en la conducción de los vehículos varían mucho de una ciudad a otra; llegaba yo de una ciudad en la que era encenderse el semáforo rojo y ya te estaban pitando, y sin embargo, llegué a otra en la que no había prisas y te cedían el paso en cada cruce, al que tenías que incorporarte, con amabilidad; yo quise contribuir a esta pacífica costumbre. En la primera ciudad los conductores se educaban, unos a otros, en el mal humor y la agresividad, y en la segunda, se educaban mutuamente para lo contrario.
Pero volvamos a tu pregunta por el que educa. Este apartado del arte de la educación creo que es, injustamente, el más descuidado. Ya que el educador, como hemos dicho, no solamente educa con lo que dice, con lo que prohíbe o lo que permite, lo que enseña o lo que trasmite, sino con su ejemplo, con su presencia en este mundo, con sus actitudes, con sus respuestas a las situaciones reales, con su visión ancha o estrecha, su vitalidad o su represión, su alegría o su tristeza, con sus negaciones o sus afirmaciones; si esto lo vemos así de claro, si lo intuimos, que esto es lo que cuenta de verdad, ¿quién educa al educador? Según sea nuestro nivel de conciencia, de autoconciencia, según nos vivamos a nosotros mismos, si nos vivimos desde el fondo o desde la superficie; si confundimos nuestros modos de ser con nuestra identidad profunda (quién soy yo en el fondo), también identificaremos a las personas, bajo nuestra responsabilidad como educadores, con su conducta (lo que han hecho o han dicho) y así las juzgaremos, las etiquetaremos y nos relacionaremos con ellas; si éste fuera nuestro modo de proceder con nosotros mismos y en relación al mundo, si tuviéramos que educar, ¿cómo lo haríamos? ¿No sería simplemente una proyección de nosotros mismos, o bien, de la educación que hemos recibido? Pues esto es lo que hacemos a diario, sin darnos cuenta, ¿no es verdad?
Educamos como somos, lo mismo que miramos y valoramos a partir de cómo somos (como creemos que somos). Todas y cada una de las carencias o limitaciones personales del educador van a volcarse inconscientemente sobre el educando, da lo mismo que uno sea ingeniero, médico o dependiente de un supermercado. No educa lo que sé, sino lo que soy. Y tanto si somos padres como si somos docentes, si somos amigos o compañeros de trabajo, que, si quiero orientar adecuadamente a los demás, si quiero de veras ayudar a quienes me rodean, ¿no tendría que empezar por aquí, por la educación de mí mismo, por el desarrollo de mis propias cualidades humanas, o mejor dicho, mis cualidades para la relación humana? Y bueno, desde este principio, si se persiguiese también este tipo de formación en el educador (y en todos nosotros, como co-educadores que somos en la práctica), ¿no resultaría un modelo de educación, y un sistema educativo, muy diferente del que predomina en nuestros días? ¿No lo crees así?
Antonio Sánchez

Yo creo que el educador educa lo que sabe pero a través de lo k es y dependiendo de cada individuo pues el resultado será variado, además influye la capacidad de transmitir y de percepción de unos y otros... Es muy complejo y a la vez ya hace tiempo que debería haber una fórmula ya estudiada para ello.
ResponderEliminarDisfruto con vuestras cartas, gracias